Qué son los púlsares y qué se sabe sobre este fenómeno que imita a un faro

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Todo el que tiene conocimientos mínimos acerca del universo ha oído hablar alguna vez de este tipo de estrellas pero ¿sabes en realidad qué son los púlsares? En este artículo te contamos todo lo que se puede saber acerca de los llamados «faros» del universo: qué son, cómo se han formado y la historia de su descubrimiento.

¿Qué son los púlsares?

Los púlsares son un tipo de estrellas de neutrones que emiten radiación muy intensa a intervalos cortos y regulares, y se llaman así por el acronimo en inglés de pulsating star. Lo que diferencia a los púlsares de las estrellas de neutrones comunes es quegiran a velocidades enormes.

Los astrónomos pueden detectar su presencia gracias a los intensos pulsos de radiación que emiten periódicamente. Por tanto, cuando desde la Tierra se detecta un haz intenso de emisiones de radio varias veces por segundo mientras gira, se sabe que es un púlsar.

A los púlsares se les conoce también como los faros del universo, ya que guardan un inquietante parecido con los faros que se utilizan en las zonas costeras a lo largo de todo el mundo para orientar a los barcos en mitad de la oscuridad de la noche. Los púlsares, al igual que los faros terrestres, también giran sobre sí mismos emitiendo un haz de luz de manera intermitente -y de ahí la similitud-.

Además, giran con una regularidad tan exacta que los astrónomos los utilizan como temporizadores. De hecho, se dice que ciertos tipos de púlsares rivalizan con los relojes atómicos en su precisión para cronometrar el tiempo.

Cómo se forman

Una vez que sabemos qué son los púlsares, es interesante averiguar cómo se forman. Para descubrirlo, hay que entender primero cómo se crean las diferentes estrellas, y en concreto las estrellas de neutrones, ya que su formación es muy similar.

Qué son los púlsares

Cuando una estrella masiva (de mayor masa que el Sol) muere, las capas externas son lanzadas al espacio, y el núcleo interno se contrae con su gravedad. La presión gravitacional es tan fuerte que supera los vínculos que mantienen separados a los átomos, y los electrones y los protones se juntan para formar neutrones.

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La gravedad en la superficie de una estrella de neutrones es aproximadamente 2 x 1011 la fuerza de gravedad en la Tierra. Así, las estrellas más masivas detonan como supernovas, y pueden explotar o colapsar en agujeros negros y agujeros de gusano. Si son menos masivas, como nuestro Sol, eliminan sus capas externas y luego se enfrían lentamente como enanas blancas.

Las estrellas de neutrones

Pero las estrellas que tienen únicamente entre 1.4 y 3.2 veces la masa del Sol no tienen suficiente masa para hacer un agujero negro y terminan su vida como estrellas de neutrones, y algunos de ellos pueden convertirse en púlsares o magnetares.

Con un tamaño mucho más pequeño, su velocidad de rotación aumenta drásticamente y gira muchas veces por segundo. Este objeto relativamente pequeño, súper denso, emite una potente ráfaga de radiación a lo largo de sus líneas de campo magnético, aunque este haz de radiación no necesariamente se alinea con su eje de rotación. Así que, en conclusión, los púlsares se forman a partir de pequeñas estrellas de neutrones giratorias.

Cuando se forma un púlsar por primera vez, tiene la mayor energía y alcanza la velocidad de rotación más rápida de su vida. A medida que libera energía electromagnética a través de sus haces de luz, gradualmente se ralentiza hasta el punto de que, al cabo de 10 millones de años, sus rayos se apagan.

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¿Cómo se descubrieron los púlsares?

Los primeros en saber qué son los púlsares fueron los científicos Jocelyn Bell Burnell y Antony Hewis, que descubrieron el primer púlsar en 1967 cuando detectaron una misteriosa emisión de radio proveniente de un punto fijo en el cielo que alcanzaba su punto máximo cada 1,33 segundos. Estas emisiones eran tan regulares que algunos astrónomos pensaron que podría ser evidencia de comunicaciones de una civilización inteligente.

Aunque Burnell y Hewis estaban seguros de que tenía un origen natural, lo llamaron LGM-1, que significa «hombrecillos verdes», y los descubrimientos posteriores han ayudado a los astrónomos a descubrir la verdadera naturaleza de estos extraños objetos.

Los astrónomos teorizaron que eran estrellas de neutrones que giraban rápidamente, y esto fue apoyado por el descubrimiento de un pulsar con un período muy corto (33 milisegundos) en la nebulosa del Cangrejo. Hasta ahora se han encontrado un total de 1.600, y el más rápido de ellos emite 716 impulsos por segundo.

Más tarde, los púlsares se encontraron en sistemas binarios, lo que ayudó a confirmar la teoría de la relatividad general de Einstein. Y en 1982, se encontró un pulsar con un período de rotación de sólo 1,6 microsegundos. De hecho, los primeros planetas extrasolares jamás descubiertos fueron encontrados orbitando un pulsar – aunque, por supuesto, no sería un lugar muy habitable-.

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