¿Es posible viajar a la velocidad de la luz algún día?

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¿A quién no le gustaría viajar a la velocidad de la luz? Conseguir llegar a cualquier lugar en un breve periodo de tiempo. Lo que antes podía parecer un imposible, ahora se estudia hasta qué punto puede llegar a ser realidad. Por este motivo, a continuación vamos a analizar si podemos empezar a soñar con viajes que apenas nos requieran tiempo o si, por el contrario, se trata de una forma de la que jamás podremos disfrutar.

Teoría de la Relatividad

Los pensadores como Einstein dieron vida a varias teorías sobre la relatividad, el tiempo y la velocidad de la luz. Existe la sospecha de que los agujeros negros pudieran ser una ruptura del espacio y el tiempo y tal vez son atajos para llegar muy lejos incluso fuera de nuestra vía láctea. Pero nada puede comprobarse a día de hoy.

Por otra parte, el cuerpo humano está compuesto de átomos. Ir a una velocidad como la de la luz posiblemente sea un problema para mantener la estabilidad de la materia. Quizás es por eso que la velocidad de la luz es de la luz, no de la materia. Muchas películas mencionan que si se desarrolla una tecnología que permita crear motores de energía muy poderosa como fusión nuclear o hasta una especie de anti materia, el cuerpo humano necesitaría ser suspendido o apagado, de lo contrario no soportaría esas velocidades.

Por ejemplo, los pilotos de aviones militares que viajan más rápido que el sonido han presentado problemas de salud. Lo mismo sucede con los que conducen vehículos de prueba de velocidad. Si esto es así, solo hay que imaginarse qué le pasaría a una persona si viajara por el espacio a velocidades muy elevadas.

viajar a la velocidad de la luz

Entonces, ¿podemos viajar a la velocidad de la luz?

En el hipotético caso en que lográramos construir los prototipos de nave ideados por la NASA, capaces de moverse a velocidades relativistas, y reunir la indecente cantidad de energía necesaria para propulsarlos, el trayecto no sería tan agradable como parecía ser a bordo del Halcón Milenario.

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Y es que el principal impedimento de un viaje interestelar no es la parte tecnológica, que podríamos dominar en cuestión de siglos. Realmente lo es el peligroso medioambiente espacial, como bien saben los astronautas, que pone en relieve una vez más la fragilidad del cuerpo humano.

No sobreviviríamos

Actualmente, si nos desplazáramos a la velocidad de la luz (300.000 kilómetros por segundo) a través del espacio exterior, moriríamos en cuestión de segundos. Si bien la densidad de partículas es muy baja en el vacío, a gran velocidad, los pocos átomos de hidrógeno por centímetro cúbico incidirían contra la proa del vehículo con una aceleración extrema. Así, se llegaría a adquirir una energía de 10.000 sievert por segundo. Teniendo en cuenta que la dosis mortal para un ser humano es de unos 6 sievert, este haz de radiación dañaría la nave y destruiría todo rastro de vida en su interior.

Pero, ¿qué es un sievert?

El sievert es una unidad derivada de la dosis de radiación ionizante en el Sistema Internacional de Unidades. Es una medida del efecto que produce sobre la salud los niveles bajos de radiación ionizante en el cuerpo humano. El sievert es de fundamental importancia en la dosimetría y la protección radiológica.

Las cantidades que se miden en sieverts están destinadas a representar el riesgo estocástico para la salud. Para la evaluación de dosis de radiación, esto se define como la probabilidad de inducción de un cáncer o de producir algún daño genético. Un sievert conlleva una probabilidad del 5,5% de desarrollar cáncer eventualmente basado en el modelo lineal sin umbral.

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Sin protección ante la radiación

Asimismo, ningún blindaje frontal sería capaz de librarnos de la radiación ionizante. Un tabique de aluminio de 10 centímetros de grosor absorbería menos del 1 por ciento de la energía. Además, su tamaño no podría ser aumentado ilimitadamente sin comprometer con ello las necesidades energéticas del sistema de propulsión.

Además del hidrógeno atómico, la nave tendría que resistir la erosión del polvo interestelar. Por ello, las posibilidades de ver su estructura pulverizada aumentarían considerablemente. Como solución, habríamos de conformarnos con alcanzar velocidades de solo un 10 por ciento la velocidad de la luz. Ahora, difícilmente nos permitirían viajar a la estrella más cercana, Próxima Centauri, en el plazo de una vida humana. Esto se debe a que los 4,22 años luz de distancia se tornarían en 40 años de viaje.

Conclusiones

En definitiva, no solo no podemos viajar hoy en día a la velocidad de la luz, sino que no existen investigaciones desarrolladas que nos inviten a pensar que este hecho, algún día, puede ser posible. Es más, se sabe que, por ejemplo, para poder salir de la galaxia y poder estudiar otros mundos necesitaríamos viajar durante un millón de años a la velocidad de la luz. Por lo tanto, aunque pudiéramos alcanzar este ritmo, nuestra esperanza de vida no nos permitiría llegar tan lejos como quisiéramos. Habrá que conformarse con la velocidad alcanzada hasta la actualidad.

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