Estamos acostumbrados a que haya bulos de distintos tipos, pero la sociedad ha echado mucha imaginación respecto al tratamiento contra el coronavirus para el que miles de científicos han estado trabajando durante meses. Entre las ideas más «originales» que se han divulgado, se encuentra una que relaciona las vacunas del covid-19 con un microchip. Este, supuestamente, serviría para dominar a la sociedad de manera sencilla a partir de medidas políticas y económicas. Pero, ¿de dónde han salido todas estas informaciones? ¿Tienen algo de verdad? A lo largo de este artículo lo explicaremos.
Vacunas covid-19 y microchip
Todo se inició en marzo. Muchos negacionistas empezaron a decir que el coronavirus era un invento para acabar con parte de la sociedad, para hundir la economía y para controlar cada uno de nuestros pasos. Pero les pareció poco.
Por ello, cuando comenzó a investigarse de manera urgente una medicación ante esta pandemia mundial, decidieron publicar muchos de ellos en redes sociales que las vacunas covid-19 tendrían un microchip. ¿Cuál era el objetivo? Dominar nuestros pensamientos y cada una de nuestras acciones por parte del poder político y económico.
Se trataba de una afirmación bastante curiosa, puesto que para que todo lo anterior fuera cierto, políticos de izquierdas, de derechas, de centro, científicos, médicos, enfermeras y otros profesionales se habrían unido para un mismo objetivo, y todo a nivel mundial.
¿Por qué tanto bulo con las vacunas de la Covid-19 y el microchip?
El nombre de Bill Gates ha sido uno de los protagonistas de toda esta historia. El empresario mencionó en una entrevista, tras el estallido de la pandemia, que en un futuro existirían certificados digitales que informarían sobre quién se hizo la prueba y quién recibió la vacuna, entre otros datos.
A partir de aquí, se hizo muy popular un artículo cuyo título era: «Bill Gates utilizará implantes de microchip para combatir el coronavirus», cuando el informático realmente estaba pensando en un tatuaje invisible que, por supuesto, no permitiría rastrear a las personas, ni se proporcionaría ningún tipo de dato personal sobre ellas.

De este modo, las redes sociales se llenaron de informaciones en las que se afirmaba que la vacuna contra el coronavirus era un plan para que las personas nos convirtiéramos en auténticas marionetas de aquellos que tienen el poder.
Pero no han sido solo mensajes al aire en la Red lo que ha provocado esta situación. De este modo, el presidente de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), José Luis Mendoza, en el mes de junio del 2020, insinuó ante numeroso público que la vacuna solo se había creado para controlar nuestra libertad. Es más, acusaron a los responsables de la misma de ser servidores y esclavos de Satanás.
¿Sería posible que las vacunas contra la Covid-19 tuvieran un microchip?
La respuesta es clara: no. En primer lugar, los controles legales y sanitarios internacionales, además de las tecnologías actuales, no lo permitirían. A nivel tecnológico, según los expertos, implantar un microchip en una vacuna es inviable. Es más, aunque fuera posible, el proceso del que depende una vacuna lo hubiera impedido por completo. Este tipo de fármacos son controlados y supervisados por organismos internacionales y en varias fases.
Por otro lado, los sanitarios que han sido testigos de la tragedia que se ha vivido en hospitales lamentan que se difundan este tipo de mensajes. La razón principal es que miles de personas se han implicado para crear un proyecto que salve la vida de las personas. Lejos de agradecer su labor, algunos han preferido echar por tierra su trabajo negando lo evidente.
La primera fase de la vacuna
Por poner un ejemplo, para que una vacuna pueda superar la fase I, es necesario que tenga lugar una evaluación a nivel comunitario y a nivel estatal. En España serían la Agencia Europea del Medicamento y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, respectivamente. Ambas son las encargadas de permitir superar el filtro tras un análisis exhaustivo de los resultados.

De este modo, podemos llegar a la conclusión de que una vacuna no se fabrica de cualquier forma, sino que se trata de un proceso complejo y largo. Sin embargo, teniendo en cuenta de que hablamos de un problema mundial, hubo una cooperación internacional entre científicos para hacerle frente lo más rápido posible. Por supuesto, siempre se ha hecho de manera segura.
¿Acortar plazos es sinónimo de falta de seguridad?
Sin dudarlo, hay que responder que no. En vacunas como la que se ha fabricado contra la Covid-19, se han solapado las fases II y III. En la primera de ellas se examina tanto su eficacia como la dosis adecuada a inyectar, mientras que en la segunda se analiza la seguridad y la eficacia dentro de las condiciones de uso habituales. De este modo, se ha ahorrado tiempo trabajando con dos proyectos en paralelo.
Asimismo, los profesionales del sector han declarado que es importante que la sociedad se acerque más a la ciencia. El objetivo es que, en vez de centrarse en divulgar bulos, piense en todos los procesos científicos que son necesarios para que el mundo mejore.
¿Sería posible incluir un dispositivo tan pequeño en una vacuna?
Sería totalmente imposible que un aparato de estas características se introdujera dentro de una vacuna. Según especialistas en tecnología sanitaria, la unidad mínima de computación posee un tamaño de 7 nanómetros. Aún así, para rastrear cualquier tipo de información no es solo necesaria una pieza, sino miles. Por lo tanto, el elemento del que hablarían los negacionistas sería muy grande, incluso necesitaría una antena.
Y no solo eso: en el caso de diseñar un dispositivo tan pequeño, este tendría que ser rentable para ser producido en masa. Sin olvidar lo explicado en apartados anteriores, es decir, que el objeto tendría que ser aprobado por certificaciones sanitarias. Analizando la situación, quienes entienden del tema, y siendo conscientes de la tecnología actual, aseguran que estamos a años luz de poder conseguir algo así.
Finalmente, el mismo Bill Gates desmintió toda la información vertida sobre su persona. Así, el informático afirmó que las declaraciones sobre el microchip eran tan estúpidas como extrañas.