Por mucho que la mitología UFO haya tratado de acelerar nuestro encuentro con razas alienígenas, lo cierto es que vida fuera de la Tierra, lo que se dice vida, hemos visto poca. Sin embargo, Günter Hasinger, el flamante nuevo Director Científico de la Agencia Espacial Europea (o ESA por sus siglas en inglés), introducía recientemente en Madrid las próximas misiones sucesoras de Rosetta.
Entre las que ya tienen luz verde confirmada se encuentra Juice. Este proyecto se centra, principalmente, en el estudio de las lunas de Júpiter. Partirá hacia su destino científico en 2022. Según piensan los responsables de la misión, bajo la superficie de Europa (luna), Calisto o Ganímedes pueden existir océanos que alberguen, o hayan albergado vida. De hecho, este es uno de los lugares con más probabilidades de todo el Sistema Solar.
Después, en 2030, se lanzarán Athena y Lisa. Se trata de un observatorio espacial con tecnología de rayos-X y un laboratorio de ondas gravitacionales, respectivamente. Gracias a estos implementos de medición podremos estudiar en profundidad el misterio que reside detrás de la fusión de agujeros negros. Y resolver algunas problemáticas enraizadas en la propia historia de la física.
Por otro lado, también falta por confirmar si Urano y Neptuno tendrán sus propias misiones exploratorias, ya que son dos planetas bastante abandonados por la ciencia.
Vida fuera de la tierra: el sueño de Hasinger
El máximo responsable de ciencia de la ESA trata con cautela todas las preguntas que llevan incluída la palabra “vida”. Aunque, sin duda, es uno los patrones de este credo bio-planetario. Así, cuando le preguntaron hace unos días en una entrevista para El País si veía factible encontrar vida fuera de la Tierra en las próximas décadas, Hasinger comenzó su exposición con pies de plomo.
Como es bien sabido, incluso dentro del ámbito popular, hay muchos tipos de vida. La vida simple, valga la redundancia, es precursora de la vida compleja, y su proliferación suele suceder con relativa facilidad. Si nos fijamos en la Tierra, apenas unos pocos cientos de millones de años tras su creación ya había formas simple. Estas contribuyeron a la emisión de oxígeno en un primer momento. En el otro extremo tenemos el surgimiento de la vida compleja, que requirió 3.000 millones de años y los recursos sintetizados por los elementos simples.

Siguiendo con su exposición, se sirvió de un argumento clásico que respalda su optimismo. Hablamos de la capacidad adaptativa de los extremófilos en nuestro planeta. Estos organismos han sido categorizados así por su resistencia extrema a factores, digamos opuestos a la vida. Por ejemplo, existen microorganismos que son capaces de sobrevivir en ambientes radioactivos. O de extremo calor.
Además, según Hasinger, los cometas pueden ser portadores de elementos orgánicos necesarios para la vida. “Hay quien dice que la atmósfera de los cometas apesta como un establo de caballos”. Comentó para reforzar su conclusión.
Vida extraterrestre seguro que hay; El problema es detectarla
A propósito del objetivo de la misión Juice, Hasinger menciona el gran problema que supone la detección de vida en la superficie de los planetas candidatos. Por ejemplo, Marte era un mundo con muchas probabilidades de albergar vida microscópica debido a la presencia de agua en el pasado. No obstante, la radiación cósmica se ha ocupado de esterilizar su superficie. La gran esperanza de los científicos se encuentra oculta bajo tierra.
Claro está, llegar hasta ella no resulta nada fácil. En las lunas de Júpiter se espera encontrarla a más de un kilómetro de profundidad, suponiendo un desafío de proporciones bíblicas, en términos logísticos.
Más allá del Sistema Solar también se plantea la posibilidad de encontrar vida compleja e inteligente. La lista de exoplanetas cualificados para sustentar formas de vida sofisticadas no para de crecer. La presencia de oxígeno es un factor que indica terraformación y presencia de bacterias. Por ende, las próximas Tierras podrían estar fraguándose en este mismo momento.
También habló de las misiones concretas que centrarán su atención en la detección. Mencionó que la MMX traerá muestras reveladoras de la luna de Marte, Phobos. Asimismo, Exomars (2020), planea poner un rover en la superficie del planeta rojo. Lo que incrementará las probabilidades de éxito, tal y como respalda la Agencia Espacial Federal de Rusia, que también tiene su propio programa de exploración en mente.
En definitiva, encontrar vida fuera de la Tierra es más una cuestión de tiempo que de otra cosa. Hasinger está plenamente convencido de que en las próximas dos décadas tendrán lugar grandes descubrimientos en este sentido.